Una melodía eterna que se detiene,
un compás vivo se desvanece,
una nota aguada y temblorosa
y de fondo, un pequeñísimo latido de un ser poderoso que cada vez lo es menos.
¿Qué es ese sonido tan caótico?
Ese es un latido miserable,
el latido de un corazón cansado que apenas ha empezado a rendirse.
ÚLTIMOS LATIDOS
Capítulo 11 – ¿Soy estúpida?
Un primer latido confuso te despierta como si acabaras de escuchar las puertas del mismísimo infierno devorándote. Un segundo latido te demuestra que no te lo has imaginado y que ese sonido tan horrible, de hecho, es mucho más espeluznante y aterrador de lo que te había parecido en un principio. Un tercer latido termina paralizándote de miedo porque sabes que se acerca el final y entonces, un cuarto latido acompañado de un par de ojos rojos apagándose te muestra cual grotesca puede llegar a ser la fotografía de la muerte. ¿Y el quinto latido? Ese te parece escucharlo pero no es cierto, después del cuarto solo hay silencio y una tenue repetición ficticia en tu mente del cuarto que te reafirma lo que no te atreves a creer. Lo sé, todo es confuso. Algo en tu cabeza te impulsa a no aceptarlo y a seguir repitiendo en bucle ese latido del principio. Una y otra vez tarareas la melodía precisa, firme y potente que sabes que debería tocar ese rubí en lugar de quedarse tan quieto pero… ¡Ahora ya es tarde! Te grita la parte más cuerda y racional de ti misma. Tan terriblemente tarde que esa fotografía teñida de muerte yace a tu lado junto a un par de ojos incoloros y tú no sabes qué demonios hacer con ellos.
…
Silencio. Calma. Reposo. La Primera base se encontraba tan misteriosa pero a la vez tan común como siempre. Nada parecía haberle sucedido en la superficie. Nada no, solo Alysa, Nora y Lilah parecían sentir un temblor en su cuerpo tan fuerte que eran incapaces de mantener sus bocas calladas.
—¡No sé qué vamos a hacer a partir de ahora! —se lamentó Lilah mientras mordisqueaba una manzana sin hambre— Aquí van a matarnos.
—Conseguir un esposo ya no es tan importante, ¿verdad? —le preguntó Nora con sarcasmo.
—¿Estás loca? ¡Hablamos de la MUERTE! —gritó Lilah con el rostro desencajado.
—¡Cállate! —la reprendió Nora metiéndole la manzana en la boca para que su profesora Catherin no sospechara— ¿Pretendes que nos descubran?
—Necesitamos hacer esto bien —les dijo Alysa a sus dos amigas mientras paseaba sus ojos castaños por la cafetería y se fijaba en Reik. Parecía que ese terrenis vestido con su chándal negro y dorado se encontraba bastante recuperado a pesar que la última imagen de él había sido la de un chico inconsciente en el suelo—. Al menos él parece estar recuperado —les dijo sintiéndose algo más aliviada porque los remordimientos no la habían dejado descansar.
—¡Eso no importa! —estalló Lilah que en ese momento estaba más preocupada en salvar su trasero y el de sus amigas que en el de los demás. Rápidamente cerró su boca cuando se fijó que su profesora Catherin se estaba acercando.
—¡Silencio! —las regañó su profesora con su habitual tono malhumorado.
—Con esta actitud no vamos a ir a ninguna parte —les susurró Alysa—. Necesitamos largarnos de aquí cuanto antes. Con lo que vi ayer, está claro que estaremos más seguras en cualquier otro sitio que aquí.
—Me juego lo que quieras que ellos tienen un plan —le dijo Nora señalando disimuladamente la mesa de Zale y Reik.
—¡Por supuesto! —replicó Lilah con sarcasmo— Un plan secreto y misterioso del que no sabremos nunca nada.
—Tienes razón —suspiró Alysa—. Hoy intentaré hablar con Reik en el entrenamiento, pero si no me cuenta nada lo haremos por nuestra cuenta.
—Pero… —le replicó Nora.
—¡Basta! —sentenció Alysa—Lo hemos intentado por las buenas así que ahora…
—Está bien —la cortó Nora antes que pronunciara las palabras que más temía—¿Y Vanir?
—Los problemas de uno en uno —le contestó Alysa porque no sabía cómo solucionar el problema de Vanir.
—Deberíamos buscar ayudar, nuestros padres, la escuela…el Gobierno. ¿Tendrán comprada la policía?
—Todo ello viene después —le dijo Nora—. Primero hay que salir de aquí y después pedir ayudar. Ahora come o finge que masticas. Catherin te está observando.
—Es una bruja —le contestó Lilah masticando un trozo de pan—. Seguro que ella está al tanto de todo.
…
Alysa se sentía rara. No era por la falta de sueño ni porque tuviera que pelear otra vez con Reik. Era una sensación que no había sentido nunca y que la estaba controlando. Siempre había tenido su cuerpo bajo dominio, sus poderes eran una extensión más de sí misma pero por primera vez, un sentimiento llamado miedo la estaba poseyendo. No sabía en quién ni en qué confiar. Se estaba volviendo paranoica y la fina línea entre lo correcto e incorrecto parecía confusa. Desde que había visto a Vanir tumbado en esa cama sin apenas color una voz en su interior la alentaba a huir. Deseaba escapar de ese lugar y prenderle fuego. ¡No era solo miedo! Por primera vez se sentía débil, sus poderes no eran suficientes para salvar a Vanir ni a sus amigas. ¡No era lo suficientemente buena! Quizá ella también moriría en ese lugar, quizá sus padres jamás llegaban a saber la verdad, quizá…
—¿Alysa? —la llamó su profesor Jairo con el ceño fruncido— ¿Hay algún problema?
—Ninguno —le contestó ella con una falsa máscara de tranquilidad.
—Hoy practicaréis con esto —le indicó Jairo entregándole un palo largo de madera.
En un día de engañosa tranquilidad donde las sombras y máscaras de ese lugar lúgubre y poco natural parecían ocultar la realidad mejor que nunca, el profesor de Alysa y Reik, acababa de retarlos a un nuevo ejercicio.
—Sí, sujétalo con firmeza —le dijo mientras le enumeraba los beneficios de semejante ejercicio—. Así sabremos quién es el más rápido y ágil de los dos.
—Eso es fácil —le contestó Reik que desde que había empezado el entrenamiento se había limitado a sujetar ese palo como si fuera una especie de salvavidas—. Empecemos de una vez —le dijo a Alysa con dureza mientras cambiaba su color de ojos.
—Pero… —dudó Alysa. Reik estaba extraño, parecía menos comunicativo y cercano que de costumbre. Normalmente ya era bastante distante pero ahora, se estaba mostrando como un témpano hielo.
—¡Empezad! —les ordenó Jairo.
Alysa intentó controlar su respiración y sus ojos se transformaron en dos blancas esferas de luz. Nada de golpes fuertes ni letales, les había aclarado su profesor. Solo pequeños toques al cuerpo del adversario para ver quién era el más preciso. Alysa esquivó la primera envestida de Reik. Un movimiento tan rudo que ella se sorprendió de su torpeza. Entonces Alysa decidió atacarlo y terminó dándole en el brazo. Reik la miró con furia y apretó la mandíbula. Entonces la empujó y empezó a atacarla. Ambos danzaron a través de la habitación pero solo Alysa parecía ser una excelente bailarina. Reik se limitaba a esquivar torpemente cada una de las embestidas de ella y Alysa, a pesar que no era ni demasiado dura ni implacable con sus estocadas, parecía que iba ganando terreno a pasos agigantados.
—¡Mierda! —gritó el rubí frustrado después de más de una hora de pelea lamentable.
—Reik, tranquilízate e intenta concentrarte —le aconsejó Jairo—. Hoy estás inusualmente lento —le dijo mientras le entregaba el palo que se le había caído al suelo.
—Lo siento —se disculpó mientras apretaba el palo con tanta fuerza que sus nudillos empezaron a quedarse blancos.
—¿Seguro que te encuentras bien? —le susurró Alysa.
—Perfectamente. Sigamos —le ordenó de nuevo con sus ojos rojos.
Alysa estaba furiosa. ¡Reik era demasiado orgulloso! A pesar que ya se lo había preguntado unas veinte veces, le había dado la misma respuesta respuesta: perfectamente. A estas alturas Alysa tenía claro que la noche anterior se había hecho más daño del que estaba dispuesto a admitir. ¡Estaba harta! Cada vez que a Reik se le había caído el palo al suelo le había dolido en el alma porque sabía que Reik estaba empezando a dudar de sí mismo y de su propio potencial.
—¡Eres un mentiroso! —le gritó ella saltando hacia él para que Jairo no los escuchara.
—¡Cállate y sigue entrenando!
—¡Mentiroso! —le replicó cubriéndose con el palo para bloquear un lento ataque de Reik— Tú no eres así —le insistió ella, y Alysa terminó por tirar su palo al suelo mientras sus ojos pasaban del blanco al marrón.
—¿Qué haces? —le preguntó él.
—¿Alysa? —se sorprendió Jairo cuando vio que su alumna se alejaba de Reik— ¿Ocurre algo?
—Necesito un descanso —le dijo— ¿Podemos dejarlo por hoy?
—Por supuesto —le contestó su maestro sin terminar de comprender el repentino cambio en ella cuando hacía apenas unos minutos le había parecido que se encontraba perfectamente— ¿Está todo bien?
—Sí, solo estoy un poco cansada. Hacer esto agota más de lo que parece.
—Por hoy es suficiente —les dijo Jairo con una sonrisa de satisfacción—. Iros a dar una ducha y comed algo. Nos vemos mañana.
Apenas Jairo se despidió de ellos, Alysa se largó de la sala de entrenamiento que apestaba a todo lo que más detestaba. En ese momento se sentía tan furiosa y frustrada por culpa de ese estúpido terrenis cabezota, que estaba segura que podía perder el control. Su mundo era un completo caos, como si un malvado mago hubiera lanzado todas las cartas de su destino al aire y se estuviera divirtiendo a su costa. Lo peor de todo aquello y lo que más la hacía arder era saber lo estúpida que estaba siendo. Dejando que Reik se lesionara, Vanir muriese y sus amigas estuvieran en peligro. ¿A caso ella no era lista? ¿No era un diamante? ¿Para qué se había preparado tanto toda su vida si no podía salvarlos? Alysa golpeó la puerta de su habitación con fuerza y liberó todo su decepción.
—¿¡Qué crees que estás haciendo!? —le preguntó Reik cerrando la puerta de su habitación y tirando de ella para que se quedara en el pasillo.
—¿Y tú? —le preguntó desafiándolo mientras notaba que sus ojos estaban a punto de cambiar de color. Entonces Reik se acercó a su oreja y ella pudo notar su cuerpo sudoroso y su respiración agitada por todo el ejercicio que acababan de hacer.
—Fingir —le contestó—. Te advertí que no fueras una estúpida pero veo que eres lenta captando las cosas.
—¡No lo soy! —le contestó ella mientras notaba la respiración de él en su hombro—. Está claro que hoy no te encuentras bien, tú…
Reik la sujetó por los hombros y la empujó contra la pared mientras le clavaba sus dos ojos rojos en llamas.
—Déjame decidir a mí si me encuentro bien o no. ¿No crees que ya soy mayorcito?
—Entonces deja de comportarte como un niño idiota —lo encaró ella sin acobardarse—. ¿No lo entiendes? ¡Necesitamos largarnos de aquí ya!
—Tú no aprendes, ¿verdad? —le preguntó con cierta impaciencia como si ya se hubiera cansado de ella. Entonces Reik le cubrió sus labios con su mano mientras revisaba ambos lados del pasillo para asegurarse que nadie estuviera escuchándolos. En ese momento Alysa se sintió presa de la frustración más absoluta y luchó para abrir su boca mientras le mordisqueaba la mano como lo haría un animal salvaje acorralado— ¡Joder! —se quejó Reik cuando notó un dolor punzante en su mano— ¿Qué diablos haces? —le preguntó apartando su mano mientras se fijaba en la marca de los dientes que le había dejado.
—No voy a callarme más. ¡Tienes que contármelo todo! O lo haces o te juro que nos largamos y…
—¡Cállate! —le gritó él, y antes que Reik pudiera poner su otra mano encima de su boca para silenciarla, Alysa se la sujetó con fuerza mientras lo desafiaba con sus ojos blancos. Él se quedó contemplando ese para de diamantes que le recordaban tanto a su madre mientras no podía moverse. Reik aún se encontraba demasiado débil y Alysa estaba demasiado empeñada en seguir llevándole la contraria mientras sus labios enrojecidos por haberlo mordido empezaron a obsesionarlo. Entonces quiso silenciarla y castigarla, devolverle toda esa lástima y compasión con la que ella lo estaba abofeteando y demostrarle que solo ella era la verdaderamente estúpida de los dos. Esa chica estaba haciendo lo que le daba la gana y estaba seguro que terminaría fastidiándolo si no cerraba su puñetera boca de una vez. ¿Es que estaba loca? ¡Esa base estaba llena de cámaras y micrófonos! Él y Zale se habían tomado muchas molestias para hacer lo que habían hecho la noche anterior, muchos cabos sueltos que habían hilado para terminar creando un plan perfecto, o casi, porque Reik había terminado medio inconsciente en su cama con un horrible dolor en el cuerpo.
—¿Reik? —le preguntó ella después de esa pausa larga— ¿Hola? —le insistió.
Reik se acercó a Alysa mientras ella se fijaba en ese par de llamas rojas que tenía por ojos. ¿Qué demonios le ocurría? Y, ¿por qué la miraba de esa forma tan rara? Entonces le pareció a Alysa como si él se estuviera riendo, solo un leve movimiento de las comisuras de sus labios y entonces, rápidamente se los pego a los suyos sin que ella pudiera apartarse. Reik la sujetó por la cintura y en unos segundos se intercambiaron sus posiciones. Los labios de Reik eran exigentes, ni amables ni afectuosos, más bien como si Reik quisiera demostrar algo. Alysa se quedó rígida como una barra de metal mientras se negaba a sentir nada por un beso tan distante y helado, y entonces, cuando él se sintió satisfecho porque había logrado controlarla, se apartó de ella y sus ojos recuperaron su habitual tono oscuro.
—Esto… —empezó a decirle ella, y como notó su respiración tan agitada y su voz tan temblorosa se enfadó consigo misma. ¡Díselo con más agallas!— ¿¡Qué acabas de hacer!?
—No te emociones —le contestó Reik pasándose una mano por sus labios como si quisiera borrar el beso de sus labios—. Esto me lo enseñó Zale, parece que funciona.
—¿Funcionar? —le preguntó sintiéndose una idiota— ¿Esto es un juego para ti?
—Claro —le dijo en un tono burlón.
—¡Eres un imbécil! —le soltó ella mientras empezaba a sentirse mejor. Ahora las cosas estaban claras, tan claras como el agua asquerosa de un pantano. No debía haber sentido remordimientos por un idiota que no se los merecía y ahora, por fin Alysa veía que Reik no le traería nada bueno.
—¡Reik! —lo llamó en ese momento la profesora Catherin que lo había visto todo desde el otro lado del pasillo— Es mejor que te vayas ya, si el señor Greg aparece, no podré mentirle —le dijo. Alysa contempló a Reik mientras él le guiñaba un ojo.
—Lo siento señora Catherin, deme solo un minuto para despedirme —le contestó con falsa cortesía. Ella asintió y se dio la vuelta—. Esta noche, Alysa —le explicó con el rostro serio mientras ella captaba un cambio en el tono de su voz —. Cuando suene la alarma mira debajo de tu cama.
—¿La cama?
—Recuérdalo, pero sobre todo, espérate a que suene la alarma.
—Entonces esto que has hecho era…
—¡Reik! —la llamó Catherin que parecía decidida a que nadie atrapara a ese par de amantes.
—Debo irme, esta noche lo entenderás todo —le dijo Reik antes de irse.
—Tu novio es muy valiente —le dijo Catherin a Alysa mientras le sonreía.
—Él no es…
—No debes negármelo, Reik me lo ha contado todo. No se lo diré a nadie, pero si Greg se entera no será tan comprensivo. ¿Comprendes?
—Sí —le contestó ella, aunque en realidad no comprendía nada. Solo sabía que la profesora Catherin podía ser aún más terrorífica cuando sonreía.
…
Reik siguió andando por el pasillo con calma mientras esperaba cruzarse con alguien, entonces lo vio salir de una de una de las salas y le hizo un leve movimiento de cabeza que él le correspondió. En ese momento Reik respiró aliviado porque ese misterioso chico de cabello corto y extremadamente alto lo había logrado.
—Ahora solo queda esperar —lo sorprendió Zale saliendo de otras de las salas.
—Eso es lo más jodido —se quejó Reik el cual nunca había sido demasiado paciente.
—¿Ella lo sabe? —le preguntó Zale.
—Sí, ¿y las otras?
—Todo está controlado, aunque intuyo, que esta noche tendremos a tres gatitas rabiosas —le advirtió—. Ahora me largo, tengo trabajo —le dijo. Reik asintió mientras veía alejarse a su amigo.
Ese rubí malherido se apoyó en la puerta de su habitación y suspiró, esta noche sería una auténtica locura suicida. Ya habían llegado demasiado lejos como para echarse atrás. Reik también intentó imaginarse qué cara pondría Alysa cuando leyera su carta y se estremeció, su tigresa estaría echa una furia por todo lo que le había estado ocultado y se alegró de estar a bastantes metros de ella.
…
Alysa, esta noche vamos a largarnos. Tú has visto con tus propios ojos lo que le están haciendo a Vanir y el poco tiempo que le queda, así que vamos a sacarlo de aquí. Puedes acompañarnos junto a Nora y Lilah si lo deseas, pero medita bien tu decisión.
Acompañarnos te ofrecerá la libertad que tanto ansías pero tendrá consecuencias. Te enfrentará a la Primera base y a todo lo que ella representa. Allí afuera encontrarás más respuestas a tus interrogantes pero no será nada sencillo y deberás tomar decisiones que no te gustarán. Yo no estoy solo en esto, me debo a mi gente y a todos los que han confiado en mí, por ello, me he mostrado tan poco comunicativo contigo. A veces proteger a los demás es demasiado complicado y me temo que es algo que aprenderás a las malas.
Esta noche la puerta de tu habitación se abrirá, decide si salir o no nada más la escuches. Si finalmente decides unirte a nosotros, dirígete donde te llevé la noche anterior. Allí te estaremos esperando. Sé rápida y silenciosa, la vida de todos depende de ello.
Por si lo estabas dudando, nosotros luchamos para ser unos terrenis libres y no meros títeres en manos de unos seres que se creen legitimados a manosearnos. Y a pesar que somos plenamente consciente de que ninguno de nosotros podrá disfrutar de esa libertad al completo porque terminaremos muertos, seguimos luchando. Dime, ¿crees que somos estúpidos? ¿Te parece una causa digna?
Alysa terminó de leer la carta y la arrugó. ¿¡Qué mierda era esta!? ¿La vida de quiénes? ¿Y quién demonios era su gente? Entonces se cabreó aún más con Reik porque la había tomado por idiota y le había ocultado un maldito mundo entero. ¿Cómo iba a tomar la decisión más importante de su vida sin tener más información que una patética carta que no decía nada? ¿Y yo soy estúpida?, se preguntó Alysa ante el espejo del baño. Porque aún sin saber nada más de ellos ni saber quiénes eran, estaba dispuesta a largarse de allí con ellos. Nada podía ser peor que la Primera base, ¿verdad?
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